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REFLEXIONES SOBRE LA LLEGADA DEL COVID-19 A ZAPOPAN

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Por: Hilda Esther López Reveles – Experta en Gobernanza y Líder del Departamento de Proyectos Urbanos en Zapopan

En las primeras décadas del siglo XXI hemos tenido epidemias relacionadas con enfermedades zoonóticas, los virus del Sars (2003) y, el Mers (2012), igual que el Covi-19, pertenecen a este tipo de patologías, llamadas así porque se transmiten de animales a humanos, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, PNUMA, el 75% de las enfermedades emergentes tienen dicho origen y están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas. Las actividades humanas han diezmado la biodiversidad, produciendo condiciones favorables para la propagación de agentes patógenos, por lo que las epidemias serán más frecuentes a medida que se acelere la degradación del medio ambiente y el clima continúe cambiando. El virus del Covid-19, por su rápida propagación se declaró como pandemia por la Organización Mundial de la Salud, OMS, y nos está obligando a vivir una situación sin precedentes, ya que afecta considerablemente nuestra salud, nuestro estilo de vida y el sistema económico. Aunque en el pasado hubo grandes pandemias, ahora la diferencia estriba en que la población mundial rebasa los 7 billones de personas, más del 54% del total se concentra en áreas urbanas y, según datos del Banco Mundial, BM, es en las ciudades dónde se genera el 80% de la riqueza global, en gran medida se hace mediante la explotación, el uso y consumo irracional de recursos naturales, teniendo como resultado deshechos altamente contaminantes, entre otros, se emite el 70% de los gases de efecto invernadero a la atmósfera, todo esto está destruyendo la biosfera que nos sustenta y de la que formamos parte, hecho significativo ya que por primera vez en la historia los seres humanos somos los administradores de los recursos planetarios y es evidente que lo hacemos mal, ya que otro efecto de las actividades antropogénicas es la creciente desigualdad por el sistema económico que nos rige y, con esto el aumento de graves enfermedades crónicas y conflictos sociales.

Mientras luchamos por detener la propagación del Covid-19, en momentos en que solo lo esencial puede seguir funcionando, la crisis agudiza la desigualdad, se pierden millones de empleos cada día, hay incertidumbre, no solo por el futuro inmediato, sino también por saber cuándo y cómo nos vamos a recuperar de esta contingencia sanitaria y económica, la ambiental por el momento toma un respiro mientras la mayoría de los depredadores permanecemos confinados en nuestras casas. Organismos, expertos y líderes de opinión concuerdan que la gestión del riesgo será un proceso lento para reducir en la medida de lo posible los desastres en cascada.

Resiliencia Urbana y Económica

Es evidente que el ser humano y, las ciudades entendidas como entidades socio-económicas complejas son resilientes, de no ser así, no estaríamos aquí y, esto sucede porque la resiliencia es inherente a todo sistema complejo, podemos decir que es lo que nos defiende de las agresiones externas, es el sistema inmunológico del cuerpo, de la ciudad y de la economía, en los dos últimos recibe el nombre de resiliencia urbana y económica respectivamente. Y eso es lo fantástico del concepto y su relación con la pregunta de cómo vamos a salir de esta situación, cuando un sistema adaptativo recibe un choque, la resiliencia opera porque el sistema está fuera de equilibrio, es decir ya no hay una estabilidad a la que podamos regresar, que parece ser nuestra realidad con el impacto del Covid-19, la crisis nos asusta pero abre una ventana de oportunidad para que la humanidad pueda crear nuevos valores; aprender a fortalecer nuestro sistema inmunológico, construir la resiliencia urbana que necesitan nuestras ciudades y transformar el funcionamiento de la economía para lograr el tan ansiado desarrollo sostenible, tenemos que aceptar que somos parte de la biosfera y que debemos preservar la biodiversidad ya que esto nos protegerá de futuros virus de origen zoonótico, pues el sustento de diversas especies ayuda a regular las enfermedades, cuanto más diverso y sano es un ecosistema más difícil es que un patógeno se propague rápidamente, es ahí donde reside la oportunidad de la resiliencia para ayudarnos a superar la crisis, reconfigurando las piezas del sistema, es un reto de grandes dimensiones, pero la posibilidad de seguir resistiendo o de adaptarnos y continuar por el mismo camino ya quedó atrás. Paralelamente a las acciones para afrontar la contingencia, se deberá planear la recuperación basada en los valores de nueva creación y solo se podrá lograr si todos participamos.

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